El huevo es parte esencial de nuestra alimentación. Nos alegran el desayuno, complementan nuestro almuerzo y son el corazón de muchos postres. Nuestra gastronomía y vida no serían las mismas sin huevos. Todos sabemos qué detrás de cada huevo, hay una gallina. Pero te has preguntado ¿En qué situación, contexto y espacio se encuentra la gallina que produce los huevos que felizmente consumes? Sabías que, así como la crianza de las vacas afecta sustancialmente la calidad, propiedades y sabor de la carne de res, lo mismo ocurre con la gallina y los huevos que pone. La calidad del huevo difiere según el tipo de crianza de gallina que lo puso.
Existen estudios que apuntan a que los huevos de gallinas criadas libres, en comparación a las que viven enjauladas, tienen 1/3 menos de colesterol, 1/4 menos de grasas saturadas, aportan ⅔ más de vitamina A, dos veces más omega 3, el triple de vitamina E y 7 veces más beta-caroteno un importantísimo antioxidante y antinflamatorio.
Científicos de la facultad de medicina veterinaria de la Universidad de Ghent, Bélgica han concluido que los sistemas de jaulas para gallinas son más propensos a infecciones de salmonella, en comparación a los sistemas libres de jaulas.
En el Perú más de 29 millones de gallinas están están confinadas en jaulas sin poder picotear, anidar y estirar sus alas. Confinadas en espacios reducidos, estas gallinas sufren de problemas físicos y psicológicos, incluyendo fracturas óseas, atrofia muscular y altos niveles de estrés. Esto afecta su sistema inmunológico y son susceptiples a enfermedades, por lo que muchos productores suelen usar antibióticos de manera intensiva. El uso excesivo de estos medicamentos no solo afecta a las gallinas, también deja residuos en los huevos, comprometiendo la seguridad alimentaria de quienes los consumen.
Este método de producción no solo incumple con principios básicos de bienestar animal, sino que tiene implicaciones directas y severas en la calidad de los huevos y la salud pública.
«Los antibióticos y anti parasitarios que les dan a las gallinas para que sigan produciendo se trasladan parcialmente a los huevos que consumimos y ello, de alguna manera, podría afectar nuestra salud,» afirma Iris Herrera, representante de Obervatorio Animal.
La vocera de Observatorio Animal es consiente de lo complejo que es cambiar los sistemas de producción de manera radical, pero al mismo tiempo considera que los consumidores tienen derecho a saber qué hay detrás de los alimentos que consumen, más si se trata de un alimento esencial en nuestra dieta como es el huevo.
Por ello, han presentado un proyecto de ley que le permita a la ciudadanía saber si las gallinas que producen los huevos que nos alimetan son
1. criadas en jaulas;
2. criadas en galpones (en corrales o el piso)
3. criadas de libre pastoreo (también llamadas camperas).
«Es urgente que los consumidores exijamos nuestro derecho a estar informados, los esperamos” concluye Iris Herrera, representante de Obervatorio Animal.