Para algunas personas el dolor lumbar crónico tiene un origen mecánico como contracturas musculares, desviaciones de la columna vertebral o escoliosis; para otros, empieza con enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide y la espondilitis anquilosante, además de algunos tipos de cáncer. Sin embargo, el 85% de los pacientes que lo padecen de forma crónica tienen lo que los especialistas denominan dolor de espalda no específico, es decir que no tiene origen físico claro.
Esta patología afecta a aproximadamente 60 millones de latinoamericanos y, por su intensidad, entre el 10 y 20% de ellos presenta incapacidad debido a las limitaciones para caminar, interactuar socialmente, hacer deportes e incluso dormir[iii]. “Esto tiene importantes efectos en la salud mental del paciente, lo cual impacta en su capacidad para trabajar y, en consecuencia, en su productividad”, señala la doctora Patricia Bonilla, presidenta de la Asociación Latinoamericana de Cuidados Paliativos.
El dolor lumbar crónico también tiene un impacto económico. Se estima que entre el 5 y el 30% de los pacientes en Latinoamérica abandonan sus empleos al ver limitadas sus capacidades. El doctor Enrique Orrillo, presidente de la Asociación Peruana para el Estudio del Dolor (ASPED), comenta que en Perú la situación es similar. “Según un estudio realizado por ASPED, el 72% de los trabajadores que presentan solicitud de jubilación anticipada por invalidez al Sistema Privado de Pensiones, lo hacen por problemas musculoesqueléticos y de ellos, el 27% es motivado por el dolor lumbar crónico”.
La doctora Bonilla recalca que “es considerada como la enfermedad mecánica más costosa, tanto por los gastos en tratamientos, hospitalizaciones e intervenciones, como por los costos que implican licencias por incapacidad y reemplazos temporales o permanentes de estas personas”. De hecho, en América, se destina el equivalente al 2% del PBI a estos conceptos.
La afección se define como el dolor localizado entre las costillas y los glúteos, y puede extenderse al dorso, la pelvis y las piernas2. Si bien 8 de cada 10 de las personas experimentarán molestias en esta zona en algún momento de su vida, su cronificación implica que se prolongue por más de tres meses y está asociada principalmente a factores ocupacionales como levantamiento y transporte de cargas pesadas, así como pasar mucho tiempo sentado, malas posturas, rotaciones del tronco inadecuadas, sedentarismo y estrés laboral.
“Algunos de estos hábitos están más presentes en el teletrabajo, tan común durante la pandemia por Covid-19, porque las personas pasan más tiempo frente a sus computadoras y con una carga emocional importante lo que incrementa el riesgo”, señala el doctor Orrillo.
Para su tratamiento, es necesario un abordaje multidisciplinar y personalizado, que implica terapia farmacológica, psicológica, fisioterapia y asesoramiento nutricional. Al respecto, el presidente de la ASPED resalta que una de las principales barreras para la atención oportuna en Perú es la distribución desigual de los especialistas, la mayoría de ellos concentrados en la capital, a lo cual se suma la dificultad de atención por la crisis hospitalaria generada por la pandemia.
“Si pensamos en un agricultor que trabaja en la selva, probablemente tenga menos oportunidades de ser atendido por un especialista y para aliviar su sufrimiento recurra a la automedicación, lo que no solo cronificaría su dolor, sino que probablemente genere complicaciones más severas en su salud”.
¿Cómo se puede evitar el dolor de espalda baja?
Si bien esta afección tiene múltiples causas que requieren atención médica, el doctor Orrillo recomienda incorporar algunos cuidados para evitar la cronificación del dolor:
Llevar una rutina sana: mantenerse activo, introducir una rutina de ejercicios, evitar fumar y llevar una dieta balanceada, permitirá mantener un peso adecuado y contribuirá al manejo del estrés.
Mantener una postura correcta: con el tronco erguido y los hombros atrás.
Hacer pausas cada 45 minutos y cambiar de postura con frecuencia: especialmente para quienes trabajan en oficina o home office, así mismo, procurar un espacio de trabajo iluminado, con una silla ergonómica y una mesa de trabajo apropiada.
Evitar el levantamiento y transporte de peso constante: y de hacerlo, asegurarse de tener una postura recta, para que el esfuerzo no se haga con los músculos de la espalda.
El especialista enfatiza la importancia de acudir a un especialista ante una lesión o molestia prolongada. “Debemos darle a nuestro cuerpo la atención debida y, sobre todo, evitar la automedicación que lejos de solucionar puede traer un problema mayor”, finaliza.