La pandemia que atraviesa el mundo se convirtió en la constatación fáctica de que, sin Internet ni conectividad, las personas no tienen acceso a llevar adelante su rutina, actividades y tareas, ni tampoco a sus derechos fundamentales.
A nivel global el uso de Internet creció un 70% y en Latinoamérica esto fue especialmente relevante desde móviles; como en Brasil, donde el móvil representa el 87% del tiempo digital y Argentina, con 86%. Las categorías que más crecieron en lo digital en América Latina según Comscore fueron la mensajería instantánea (127%); educación (64%), noticias de negocios y finanzas (56%).
Y es que, gracias a Internet, miles de millones de personas pudieron conectarse de forma segura con sus familias, trabajar de manera remota, usar servicios de delivery y asistir a clases de manera online. Este hecho queda claro en el crecimiento del uso de las aplicaciones colaborativas, que tuvieron un alza exponencial: Zoom en un año creció un 2711%, según estudios de Comscore. En paralelo, las ventas online se dispararon en un año un 78%. Antes de la pandemia, la industria pronosticaba que esto ocurriera recién en 2030.
Hoy, en una etapa más avanzada, la pandemia que vivimos dejó claro que los indicadores ya no pueden únicamente basarse en si hay o no conexión, porque la calidad es determinante, al igual que contar con dispositivos tecnológicos y accesorios de conectividad. Las ventas de equipos de cómputo, cargadores, cables conectores, adaptadores, baterías y elementos como soportes para mejorar la ergonomía frente a las pantallas, son otra área que crece en paralelo con el acceso a internet.
Los mercados relacionados con conectividad avizoran crecimientos relevantes especialmente porque el uso de internet y de dispositivos tecnológicos se transformó en una necesidad imperiosa para seguir desarrollándose y creciendo, en un mundo adaptado a una nueva normalidad, y donde el lugar desde donde las personas estén no importa, siempre y cuando estén conectados.
Vamos avanzando hacia el acceso a la tecnología más rápido que nunca. Mientras que, en 2010, Finlandia se transformó en el primer país en asegurar como Estado el derecho ciudadano a tener banda ancha de 1Mbps (1 megabyte por segundo), en Latinoamérica, en países como Chile y Perú, hoy se discute si el acceso a Internet debe plasmarse en las constituciones como un nuevo derecho fundamental.
Y aún quedan otras interrogantes por resolver: ¿El derecho se refiere a la posibilidad de acceder a Internet, a la calidad de ella, o a ambas? Porque si queremos experimentar todo el potencial de Internet, una conexión confiable con suficiente ancho de banda y una baja latencia son hoy más relevantes que nunca; y, asimismo, también lo son los computadores, tablets y teléfonos celulares, con todos los accesorios que permitan su disponibilidad y multiconectividad, para no perdernos nada de lo que está pasando allá afuera.
Así como las empresas y las personas han acelerado su proceso de transformación digital en cosa de un año, los fabricantes de tecnología en todo el mundo han adaptado sus soluciones a las necesidades de usuarios que necesitan acceder a la información en cualquier lugar, y conectarse a redes y aplicaciones desde su casa con la misma eficiencia y seguridad de su oficina, respaldando su información, conexión y operación.