Lima.- “Ya estás aquí. Tienes que esforzarte”, escuchó Erick Brandhon Mamani Yucra, al acabar el primer día de clases en la universidad, cuando tenía 17 años. Era una nueva ciudad, donde no conocía a nadie; y hoy, después de cuatro años -mientras impulsa el voluntariado universitario para mejorar la educación de niños de zonas vulnerables del Perú-, esas palabras siguen sonando en él, porque las pronunció un maestro de escuela rural: su padre.

El joven puneño había llegado a Lima, donde en la actualidad estudia el séptimo ciclo de la carrera de Ingeniería Industrial y de Sistemas en la Universidad de Piura (UDEP) con la Beca Hijos de Docentes del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación. “Mi papá me acompañó. Ese mismo día él tenía que regresar a Puno. Traté de tomarlo con calma y seguir sus palabras”, comenta Erick.

Y lo hizo. Luego de hacerse un buen estudiante, con mucho esfuerzo, dio un paso más. Ahora es Content Manager en el Área de Comunicaciones y Marketing de la UNIVAS, un voluntariado de los estudiantes UDEP. Desde allí, junto con otros cinco jóvenes, difunde proyectos de ayuda social para niños en condición de vulnerabilidad: reforzamiento educativo, talleres, charlas, además de donaciones, como la reciente que hicieron para los menores del Hospital San Bartolomé, en Lima.

“Fue uno de los retos más grandes que hemos tenido. Hicimos varios eventos en una semana con el fin de recaudar fondos. A diferencia de años anteriores, todo se hizo de manera virtual por la pandemia. Nos pusimos la meta de llegar a recolectar 1000 soles. Al final lo superamos, llegando casi a 1300 soles”, detalla.   

Los talleres y reforzamiento escolar que brindan los jóvenes a través de UNIVAS es la parte que más le gusta a Erick. “Desde muy pequeño he visto cómo a muchos niños les es difícil recibir la educación adecuada y contactar con sus profesores. Los jóvenes tenemos muchas ganas y podemos canalizarlas para la ayuda social”, explica el joven talento de 21 años.

La huella en las palabras de un maestro

Erick aprendió desde niño el compromiso a los estudios. “Recuerdo a mi maestra de primaria Edilia, siempre tan preocupada por nosotros. En esos años conocí el valor del esfuerzo y la responsabilidad. Daba lo mejor de mí y así obtuve diplomas. En secundaria conocí a otros maestros que vieron en mí habilidades de matemáticas y me prepararon para los concursos y así obtuve medallas”, relata.

Siendo parte de un grupo de estudios de matemáticas en secundaria, con estudiantes de grados superiores, pudo competir a nivel local y nacional. Así fue que conoció las becas del Pronabec, ya que otros destacados estudiantes las ganaban, iniciando un promisorio futuro a través de la educación superior.

“Nos motivaba ver a otros estudiantes ganando becas y viajando a Lima para estudiar en grandes universidades. No voy a olvidar lo que decían mis profesores: “Si tienen los recursos y la capacidad vayan a otro lugar, prueben, no pierden nada”, cita Erick. También recuerda cuando, ya a punto de egresar de secundaria, él mismo empezó a enseñar a los menores, siguiendo las palabras de sus maestros: “La mejor manera de aprender es enseñando”.

Erick comparte su tiempo entre sus clases, sus labores en UNIVAS y otros clubes universitarios de proyectos de desarrollo social, todo con una visión de mejorar la educación de niños de zonas rurales y en condición de vulnerabilidad. Al igual que ese esfuerzo que hace, día a día, un maestro de la Carrera Pública Magisterial en la escuela de la comunidad Huayllani, distrito de Lampa, en Puno, y que Erick conoce bien y que define como una persona atenta y responsable: Eusebio Mamani, su papá, cuyas palabras siempre lo han animado a seguir adelante.