“En mi mente, promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia” es el nombre que este año UNICEF le ha dado a la edición 2021 de su publicación anual Estado Mundial de la Infancia (EMI). En esta oportunidad, entre las experiencias destacables presenta el modelo peruano de atención comunitaria a la salud mental.
“Hoy más que nunca, la salud mental de la niñez y adolescencia se ha hecho visible a nivel mundial. Dos de las cinco principales causas de mortalidad en la adolescencia son la violencia interpersonal y el suicido y están estrechamente relacionadas con problemas de salud mental. Esta situación se agudizó aún más en esta población debido a que fueron quienes más restricciones tuvieron debido a la pandemia. El cambio hacia la escolaridad virtual y en muchos casos hacia la no escolaridad, la falta de interacción con el entorno escolar y sus soportes, y la falta de uso de espacios públicos para el juego, actividad física y deporte los han obligado a adaptarse a nuevas circunstancias perdiendo muchos de sus entornos naturales y cotidianos”, afirmó Ana de Mendoza, Representante de UNICEF en el Perú.
Según el informe, La ansiedad y la depresión representan casi la mitad (50%) de los trastornos mentales entre los adolescentes de 10 a 19 años en el Mundo y América Latina. De acuerdo con el documento los trastornos mentales son una causa de sufrimiento que en muchos casos no es atendida y que perjudica la salud y educación de la niñez y adolescencia. De acuerdo con una investigación llevada a cabo por Gallup para el informe Changing Childhood de UNICEF, citado en el EMI, el 19% de los jóvenes entre 15 a 24 años de 21 países declararon, en el primer semestre de 2021, que a menudo se sienten deprimidos o tienen poco interés en realizar alguna actividad. En el caso del Perú, la cifra es del 16%.
Esta afectación fue expuesta en la presentación por la adolescente Maria Cristina Tantaninco quien relató que, si bien el inicio de la pandemia fue nuevo y problemático para todos, el encierro prolongado al que se vieron sometidos los niños y adolescentes empeoró la situación: “El no salir, no poder ver a nuestros amigos y familiares, fue algo muy fuerte que nos chocó y provocó diversas problemáticas en nuestra salud mental, porque también se produjo estrés. Afectó tanto que se producía violencia. No había comunicación y no lo podían controlar”, comentó durante la presentación del EMI.
Durante su intervención el Dr. Yuri Cutipé, Director Ejecutivo de salud Mental del MINSA, precisó que uno de los principales factores de protección de la salud mental de los niños, niñas y adolescentes es justamente la salud mental de sus cuidadores, es decir de sus padres y madres. «En setiembre, hemos sobrepasado los 925 mil casos de salud mental atendidos a nivel nacional, de los cuales tenemos 246,242 menores de 18 años, y donde resalta en especial como la demanda más frecuente la atención por problemas de depresión clínica y trastornos de ansiedad, y en tercer lugar el síndrome de maltrato», puntualizó.
Al compartir las cifras del EMI, Laura Salamanca, representante adjunta de UNICEF, señaló que 1 de cada 7 adolescentes en el mundo padecía de un trastorno de salud mental, cifra igual a la de América Latina. “Sin embargo una de las realidades a la que nos enfrenta este documento es lo que ocasiona el no atender este tema. La repercusión en términos de pérdidas de vidas humanas y sus efectos en las familias y la economía es muy grande. Se calcula que cada año mueren 45,800 adolescentes por suicidio. Es decir, más de una persona cada 11 minutos. En América Latina la cifra es aún más grave, un adolescente cada hora. Un análisis realizado en este informe indica que la pérdida de capital humano debido a las afecciones de salud mental en niños de 0 a 19 años llega a 387.200 millones de dólares. De ellos, 340.200 millones están vinculados a la ansiedad y depresión y 47 millones a pérdidas debido al suicidio”.
Frente a este panorama, el Dr. Alfredo Guerreros, de la Clínica Internacional sostuvo que desde la empresa privada debe haber un compromiso para hacerle frente a esta problemática: «las políticas públicas son diseñadas en el país para ser aplicadas en los servicios públicos y en los servicios privados. Deberíamos desarrollar más actividades preventivas promocionales en favor de la niñez y adolescencia del país. Desde el sector privado podríamos aportar con la formación de profesionales y centros de entrenamiento”.
El caso peruano
El Estado Mundial de la Infancia presenta en esta edición la experiencia peruana a través de los servicios comunitarios de atención. Este modelo se basa en ofrecer servicios de atención primaria, cerca de donde vive la gente y donde puede acceder a la red de apoyo de sus comunidades. Esta experiencia fue instituida en respuesta a una brecha entre la necesidad y la disponibilidad de servicios de salud mental en el Perú.
Para resolver este desface de los servicios de salud mental, el gobierno instituyó una serie de reformas dirigidas a ampliar la atención comunitaria, entre ellas añadir la cobertura de la atención de la salud mental a los planes de seguros de salud y establecer un programa presupuestario de salud mental basado en resultados que contribuyó a aumentar el gasto público.
En el 2019, se aprobó una nueva ley nacional de salud mental. Como resultado de estas acciones, la red de centros comunitarios de atención de salud mental del país aumentó de 22 en el 2015 a 203 para el 2021.
Los centros se complementan con 30 unidades especializadas en hospitales generales y 48 centros de rehabilitación. En el 2021, debido a la pandemia, aumentó la demanda de estos servicios. Ya en el 2020, 3 de cada 10 niñas, niños y adolescentes presentó riesgo en su salud mental
En respuesta, el Ministerio de Salud, con el apoyo de UNICEF, dio a conocer orientaciones específicas para la atención de la salud de los adolescentes en el contexto de COVID-19 en 2020 y directrices técnicas para la atención integral de la salud mental de los adolescentes en 2021.
La escuela como espacio protector
“UNICEF ha estado apoyando el gobierno y en ese camino estamos promoviendo el incorporar en los servicios educativos el tema de la prevención en salud mental. El estar en una escuela presencial es un factor de protección. Debemos entender que aquí no solo estamos hablando de un problema que le corresponde al sector salud. El sistema educativo, por ejemplo, es excelente para un trabajo de prevención, porque existe un contacto diario donde se promueven no solo hábitos saludables, sino que se puede prevenir, detectar y referir a un chico o chica que esté atravesando por un problema de salud mental”, comentó Ana de Mendoza, Representante de UNICEF
La urgencia de la inversión
Frente a esta realidad, el informe exige una inversión urgente en la salud mental de la niñez y adolescencia a través de intervenciones no solo en salud, sino también en educación y protección social. Sobre todo, porque la realidad muestra que el promedio del gasto que hacen los gobiernos a nivel mundial llega apenas el 2,1%, mientras que en países pobres se destina menos de 1% para tratar este tema. El Estado Mundial de la Infancia pide que las sociedades rompan el silencio que rodea a la salud mental, aborden el estigma, promuevan la comprensión y tomen en serio las experiencias de los niños y los jóvenes. Asimismo, hace un llamado al compromiso, la comunicación y la acción como elementos de un enfoque integral que sirva para promover la buena salud mental de cada niño y niña y adolescente, proteger a los más vulnerables y cuidar a los que enfrentan mayores obstáculos.