¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la independencia! son las palabras que don José de San Martín proclamó una vez en nuestra histórica Plaza de Armas. Desde aquella fecha, tan representativa, han pasado 199 años, y aún así es difícil creer, para algunos, que hemos alcanzado, realmente, una independencia en el Perú.

Quizá no seamos los únicos que pensemos así, pero hablar de libertad en una sociedad donde las desigualdades sociales, la esclavitud, el racismo y las violaciones sexuales todavía siguen latentes, hace que empecemos a discernir entre lo que significa ser libres y no, en un país tan problemático como el nuestro.

Tras el estado de emergencia, se han visibilizado diversos casos de abusos en el sistema de salud, desde ya deficiente, y económico que parece olvidar a la pobreza y extrema pobreza. Estas desigualdades sociales suman puntos en contra a nuestra libertad. No es la misma cuarentena para quien vive en la capital ni para aquel que reside en una zona rural al interior del país.

También sentir independencia para una persona que jamás percibió violencia, no es lo mismo para aquella que sí lo atravesó. Ante esto, recordemos que se han reportado, según el MIMP, 513 violaciones sexuales cometidas contra niños y adolescentes solo durante el periodo de confinamiento. Y ni qué hablar de los feminicidios, donde las cifras, que van en aumento, son cada vez más preocupantes. ¿Esto es libertad?

De hecho, no lo es. Ser esclavo del miedo y arrastrar ese trauma que no te permite ser un libre ciudadano más, sino uno sometido a un sistema que te discrimina por el color de piel, cultura y situación socioeconómica. Todo ello se refleja en los atropellos a los derechos humanos y lo dejamos tan normalizado que preferimos voltear la página y seguir en nuestra esfera llamada comodidad.

Las inequidades están presentes como aquellos abusos laborales, que se desataron en su nivel máximo desde marzo, donde primó más el interés económico empresarial que la vida de un trabajador. No hay que cegarnos frente a los atropellos hacia los derechos laborales que ocurrieron en estos meses y siguen desde 1821. Pues, esto tampoco es ser libres.

Estamos en una semana patria, a puertas de un bicentenario. Las injusticias aún persisten y deja mucho qué decir sobre la independencia. No juzgo a San Martín, sus acciones significaron un gran avance para superar la esclavitud enraizada durante la etapa virreinal; sin embargo, aún hay mucho por alcanzar una libertad sin condiciones.

Por: Satty Fernandez Alvarado