La anemia es uno de los problemas de salud pública más urgentes por atender, ya que el porcentaje de niños y niñas que sufren de este mal, entre los 6 a 35 meses, fue de 43,6% en el primer semestre del 2023, lo que equivale a más de 700 mil infantes, según la última Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes) del INEI.
En el marco del Día Mundial de la Alimentación, que lleva más de 40 años creando conciencia sobre la importancia de una sana y completa nutrición, es clave abordar esta situación crítica de forma articulada, desde los gobiernos locales, la academia, la industria privada y la población.
“La lucha contra la anemia sólo tendrá éxito a nivel nacional cuando se lleve a cabo en conjunto. Es importante, también, trabajar desde una comunicación asertiva, que brinde formas de alimentación segura adecuadas y propias para cada región, a fin de aprovechar los recursos propios, que estén al alcance de la población que menos ingreso de dinero tienen, la más afectada con este serio problema de salud”, explicó Marino Aquino, jefe de la Escuela de Industrias Alimentarias de SENATI.
Si bien el control de anemia es un tema netamente de salud, la industria alimentaria viene desarrollando productos que cuentan con los nutrientes necesarios para evitar esta enfermedad en sus consumidores. Estos son productos comerciales con elevado contenido en hierro y proteínas, que se realizan mediante el procesamiento de mariscos, carne de pescado, carnes rojas, de pavo, legumbres, quinua, kiwicha, soja, espinaca, brócoli, entre otros.
“Lo que tienen claro las industrias alimentarias es que es importante desarrollar productos con insumos regionales; el consumo de proteínas siempre ha sido y es de alto costo, por ello se elaboran en estas opciones más económicas y saludables, que pueden ayudar a las poblaciones de menores ingresos, las más vulnerables ante este problema de salud”, acotó Aquino.
Productos como néctares y papillas enriquecidos con hierro se vienen entregando al consumidor, sobre todo en poblaciones escolares específicas atendidas por gobiernos locales. Estos productos cumplen con los principios fundamentales de la industria alimentaria y de los profesionales que en ella se desempeñan: son alimentos sin contaminantes que no ponen en riesgo la salud del consumidor, y sanos, los cuales satisfacen las expectativas y necesidades alimenticias del consumidor.