La obesidad infantil avanza silenciosamente en el Perú. Y esta condición, más allá de lo estético, constituye un problema de salud pública que puede tener graves consecuencias a futuro. Detrás del exceso de peso en la niñez se esconden enfermedades que antes solían afectar solo a adultos —como la diabetes tipo 2 o la hipertensión—, además de impactos emocionales que afectan la autoestima, el rendimiento escolar y las relaciones sociales de los menores.
Según el Ministerio de Salud (2023), el sobrepeso y la obesidad afectan al 8.6 % de niñas y niños menores de 5 años; y el 38,4% de los niños y adolescentes entre 6 y 13 años presentan exceso de peso. De acuerdo con cifras oficiales citadas por el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), se prevé que para el 2030 más de un millón de niños, niñas y adolescentes peruanos entre 5 y 19 años vivirán con obesidad.
“Hoy los niños están expuestos a productos ultra procesados, bebidas azucaradas y muy pocas frutas o verduras. Si a esto sumamos el sedentarismo y las malas rutinas de sueño, tenemos una generación con riesgo de vivir menos y con peor calidad de vida”, advierte la nutricionista Claudia Quin Martínez, docente del Instituto Carrión.
Ante este panorama, es fundamental que los padres tomen acción y pueden comenzar por identificar los mitos más comunes sobre la alimentación infantil. Aquí algunos que detalla la especialista:
Mito 1: “Un niño gordito es un niño sano”
Durante años, esta frase fue sinónimo de bienestar. Pero el exceso de grasa corporal no representa salud; al contrario, es un factor de riesgo de enfermedades metabólicas y cardiovasculares. Un niño puede tener un peso adecuado y estar bien alimentado sin necesidad de tener sobrepeso. Además, la obesidad infantil afecta la autoestima y puede provocar ansiedad o aislamiento social.
Mito 2: “Déjalo, cuando crezca se estira”
Otro error frecuente. Muchos padres piensan que el crecimiento eliminará el exceso de grasa corporal, pero los estudios demuestran lo contrario. Las células adiposas formadas en la infancia no desaparecen, solo reducen su tamaño. “Un niño con sobrepeso tiene alta probabilidad de mantenerlo en la adolescencia y adultez”, explica la Lic. Quin. Además, el exceso de peso puede alterar el desarrollo hormonal y óseo.
Mito 3: “Hace deporte, puede comer lo que quiera”
Aunque la actividad física es clave para la salud, no compensa una dieta desequilibrada. Un niño que entrena necesita energía de calidad, no calorías vacías. El consumo frecuente de gaseosas, snacks o comida rápida puede provocar sobrepeso y déficit de micronutrientes. Lo ideal es ofrecer alimentos naturales, variados y preparados en casa.
“Prevenir la obesidad infantil empieza en casa y desde pequeños. No se trata de prohibir, sino de educar. Enseñemos que una fruta puede ser tan sabrosa como un dulce, que el agua refresca más que una gaseosa, y que moverse también es parte de estar sano”, afirma la especialista del Instituto Carrión.