No sólo son padres de familia, sino además profesionales y técnicos de la salud que se encuentran en la primera línea de atención durante la pandemia por Covid-19. Su doble responsabilidad los lleva a sobreponerse a cualquier temor de contagio y asumir un rol importante en el cuidado y tratamiento de los cientos de niños y adolescentes que llegan al Instituto Nacional de Salud del Niño ubicado en Breña. Desde el primer día de la emergencia sanitaria, no dudaron en ponerse al servicio de quienes más los necesitaban, su amor por los niños y preocupación por cómo el virus los afectaba los hizo tomar decisiones difíciles.

Es el caso de Antonio Gutiérrez Montes, con 37 años de labor como enfermero profesional y especializado en la atención de pacientes altamente críticos en el servicio de Emergencia. Al inicio de la pandemia y por pertenecer al grupo de personas vulnerables debido a su edad (64 años), tomó la decisión de continuar su trabajo presencial y no acogerse a la labor remota que por ley le corresponde, situación que su familia supo comprender, esposa, hijo e hija. Es el único enfermero (varón) en el servicio de Emergencia y el más experimentado. “Toño”, como lo llaman sus colegas, gracias a sus cuidados no ha contraído el Covid-19, pero no baja la guardia y cumple de manera estricta los protocolos de bioseguridad. “En la pandemia llegan niños con dificultad respiratoria hay que estar preparados para atenderlos, ingresan con una saturación de 86% y subirlos a 99% es difícil, estoy convencido que mi trabajo es importante y necesario en un servicio de Emergencia, por eso no he dejado de trabajar”, expresó en licenciado en Enfermería.

Asimismo, los pediatras neumólogos Héctor Núñez Paucar y Ricardo Muñoz León, estuvieron desde el primer día al frente de la atención de los niños con coronavirus, pues forman parte del Área de Contingencia Covid del INSN-Breña, especializada en tratar a los menores que llegan afectados con el virus. “Un papá Covid es ser empático con el paciente, desde que ingresa hasta que sale recuperado. Al inicio de la pandemia fue muy difícil porque teníamos mucho temor de llevar el virus a casa y contagiar a nuestros hijos”, expresó el especialista. Sin embargo, recordó que en la institución asumen el rol de segundos padres y esa confianza no se puede perder. Por su parte, Nicolás y Josef de 11 y 8 años, hijos del Dr. Ricardo Muñoz, se han adecuado a los protocolos de bioseguridad y sólo pueden acercarse a su padre luego de una estricta desinfección. “Estoy orgulloso porque cuando llego a casa ellos me preguntan ¿Papá a cuantos niños has ayudado?, y decirles hoy pude ayudar a ocho niños, les da mucha alegría”. Trascurr do más de un año de la pandemia la familia Muñoz se ha adaptado a una nueva rutina y su mayor satisfacción es poder atender oportunamente a los pequeños pacientes.

El área quirúrgica también ha tenido un importante trabajo durante esta emergencia sanitaria, por ello adecuaron sus protocolos para la atención de pacientes Covid-19. El Dr. Gastón Cadillo La Torre, es médico asistente del servicio de Cirugía General, es padre de un niño y una niña, quienes al llegar a casa ya conocen cuál es la rutina a seguir antes de abrazar a papá. Asimismo, indica que la calidad humana en la atención no ha disminuido a pesar de la pandemia, pero si están más atentos a cumplir la medidas de bioseguridad al momento de ingresar a sala de operaciones. “Si llega una emergencia se tiene que operar así sea Covid”, acotó el cirujano.

Ingeniero Petroquímico de profesión, trascurrido un tiempo decidió estudiar Medicina y hoy es Pediatra Intensivista de la Unidad de Cuidados Intensivos del INSN, el Dr. Aristóteles Conqui Solís, sintió que su verdadera vocación era servir a los demás y que mejor a través del ejercicio de la medicina. Durante la pandemia no dudó en ponerse en la primera línea de atención y atender a los menores que llegaban en estado crítico, sobre todo aquellos afectados por el virus. Ese esfuerzo y perseverancia de superación se ve reflejado ahora que su hijo mayor sigue sus pasos en la medicina y su hija adolescente también muestra interés, sólo falta el menor que aún es muy pequeño. “Es labor nuestra el tratar de salvar al paciente y retornarlo a su familia, hacemos todo lo que se pueda para ver la alegría de los padres y esa es nuestra recompensa como médicos”. El especialista dice compenetrarse con los familiares, porque “ver su sufrimiento es muy triste”, por eso el esfuerzo es máximo para salvar la vida de los pequeños pacientes.