Durante su participación en un concierto celebrado en el Teatro Peruano Japonés para conmemorar el 150 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países, la princesa Kako, segunda hija de la familia Akishino, sorprendió al público y a los presentes al adoptar una actitud amistosa con el músico, contraviniendo así uno de los protocolos más rigurosos de la realeza. Este hecho peculiar captó la atención de los medios japoneses, quienes lo destacaron como un acto inusual.
La cadena de televisión japonesa ANN News informó que este no era el primer encuentro entre la princesa Kako y Quequezana; ya se habían conocido en el 2014. Después de la visita del Príncipe Akishino a Perú, regresó a Japón y, tras escuchar el CD de Quequezana en su hogar y vehículo, quedó tan impresionado que comenzó a practicar el instrumento andino «charango», regalo del músico peruano. Cuando Quequezana realizó un concierto en Japón ese verano, toda la familia, incluidas la princesa Yoshiko y su hermana mayor Mako, asistieron con el deseo de que sus hijas apreciaran la actuación. Después del concierto, el Príncipe Akishino expresó personalmente a Quequezana: «Escucho la música de Lucho tanto en casa como en el coche».
Para la princesa Kako, este concierto fue especial al tratarse del músico favorito de su padre, estableciendo así una conexión única con la familia. Durante la presentación, disfrutó de la música de «El Cóndor Pasa» y otras melodías memorables peruanas, mostrando su entusiasmo con movimientos y aplausos. En un momento excepcional, fue «invitada a hacer algo inesperado» por los músicos, generando una respuesta positiva de la audiencia. Después de terminar el concierto, Quequezana propuso realizar una canción adicional, y la princesa Kako, con flexibilidad, asintió con la cabeza para continuar el espectáculo. Esta solicitud no programada, llena de estilo latino, convirtió el evento conmemorativo en un encuentro cálido y animado.
Quequezana comentó sobre la experiencia: «Fue emocionante y un honor para mí recordar el cariño que la familia imperial tiene hacia mi música. La princesa disfrutó enormemente del concierto una vez más y me mostró una foto de hace 9 años con los instrumentos que le regalé a su padre, el príncipe heredero Akishino. Conversamos durante un buen rato, y me expresó que creció escuchando mi música, ya que su padre la sintonizaba siempre. Además, me pidió que la informara sobre mi próximo concierto en Japón para que ella y su familia pudieran asistir».
La cobertura mediática japonesa de esta visita diplomática fue extraordinaria, resaltando el encuentro entre la princesa y el músico peruano como uno de los momentos más importantes de la visita diplomática a Perú.