En la actualidad, las empresas vienen atravesando problemas para cumplir con sus obligaciones en el corto plazo, producto tanto por el aislamiento como por el estado de emergencia sanitaria que vivimos desde marzo del 2020. Frente a ello, las compañías buscan poder “monetizar” o convertir en cash sus ventas, para lo que antes se tenían las letras (u otro instrumento financiero como pagarés o avances en cuenta), como vehículo para hacer un descuento en una entidad financiera.
Al respecto, Edmundo Lizarzaburu, profesor de la carrera de Administración y Finanzas de la Universidad ESAN, afirmó que desde hace unos años se cuenta con el factoring, el descuento de la factura negociable que reduce los tiempos para acceder a la liquidez, ya que el aceptante no firma una letra, sino que la factura que ingresa en la entidad financiera es enviada a CAVALI | FACTRACK (registro centralizado de facturas negociables), que gracias a la Ley 29623, le permite a dicha empresa la posibilidad de generar confirmaciones a las compañías de la aceptación o no del descuento de la factura negociable.
“El requisito de las entidades financieras, que pueden ser bancos, Sociedades Agentes de Bolsa (SAB), empresas de factoring, entre otras; es que deben ser participantes en CAVALI. El financiamiento de la factura negociable resulta un instrumento atractivo, porque al financiar la venta, el riesgo de crédito esta focalizado en el aceptante de la factura (El comprador) y no necesariamente en el descontante (El girador)”, explicó el especialista.
Agregó además, que el volumen de negociación de las facturas ha crecido de manera importante y ha permitido a las empresas obtener diversas fuentes de financiamiento así como diversos costos, por lo que lo importante es evaluar el costo financiero, que va a estar relacionado con la calificación crediticia del girador, es por ello que mantener un orden en las finanzas de las empresas es clave para poder acceder a diversos instrumentos financieros que permitan cubrir potenciales déficits en el flujo de caja.
El docente de la Universidad ESAN, dijo que otro aspecto importante a considerar y que está más relacionado a los riesgos operativos, es el relacionado con flujo contable y tributario. “Por ejemplo, como identificar y mitigar que se presenten o descuenten facturas adelantadas que al poco tiempo podrían ser anuladas y/ o “neteadas” con notas de crédito (dentro del mes o el mes siguiente) o que, en el uso del recurso descontado no se haga una provisión, reserva o proyección del pago de la renta o IGV por parte de la empresa (producto de la venta realizada), lo que como emisores puede generar contingencias frente al regulador tributario, la SUNAT”.
Finalmente, Lizarzaburu indicó que todo instrumento financiero tiene beneficios y riesgos, pero lo importante es analizarlo antes de tomar una decisión, tanto para la entidad que financia la operación (riesgo de crédito, de crédito y de cobranza), el emisor de la factura (riesgo operacional, reputacional y de crédito) y el aceptante (riesgo de liquidez y reputacional). “Siempre será necesario realizar una auditoría aleatoria de manera preventiva para mitigar los riesgos mencionados,” puntualizó.