El ransomware dejó de ser solo un problema de archivos encriptados. En la actualidad, los ciberdelincuentes combinan el robo de datos con la interrupción o “secuestro” de servicios - bloqueando sistemas críticos y presionando a las víctimas con extorsión doble (cifrado y publicación de datos sensibles) – lo que aumenta el riesgo operacional y reputacional para empresas de todos los tamaños.
Diversos reportes ubican a Perú dentro de los cinco países de la región con mayor número de incidentes relacionados con ransomware, impulsados por factores como acceso vendido por “brokers”, baja madurez en controles y campañas de phishing dirigidas. Esto coloca a las organizaciones en una posición de riesgo elevado si no se aplican medidas integrales de prevención y respuesta. Asimismo, en épocas de fin de año, estos ciberataques aumentan significativamente debido al incremento de transacciones digitales, compras en línea y picos operativos en sectores como retail, logística y servicios financieros.
Para Luis Ladera, Director de Desarrollo de Negocios de DIMA, los atacantes aprovechan este periodo porque muchas empresas operan con personal reducido, cambios de turno y mayores volúmenes de solicitudes internas, lo que facilita el phishing dirigido y el compromiso de credenciales. “Este contexto convierte al cierre de año en un momento especialmente crítico para reforzar la resiliencia operativa y los mecanismos de detección temprana. Esto exige a las empresas peruanas tener una visión de seguridad que vaya más allá del backup, incorporando segmentación, gestión de accesos y planes de recuperación probados”, afirma.
La ciber resiliencia se construye con tecnología, buenas prácticas y formación constante del personal, por ello, Ladera recomienda cinco acciones prácticas que las empresas deben implementar:
- Concientización e involucramiento del Directorio: la dirección de la empresa debe entender la ciberseguridad como un elemento crítico y estratégico para la resiliencia del negocio, desde lo financiero, reputacional y operativo, que requiere atención e inversión.
- Segmentación y controles de accesos: separar redes críticas (ERP, pasarelas de pago) de redes menos críticas y aplicar acceso por mínimos privilegios y autenticación multifactor. Proteger adecuadamente ambientes (redes y sistemas) de tecnología operativa (OT).
- Backups aislados y verificados: mantener respaldos seguros, inmutables, offline (air-gapped) y probar restauraciones operativas regularmente.
- Utilización de IA y automatización en la detección de riesgos y ataques: implementar herramientas de detección y prevención con capacidades de IA y automatización para contrarrestar el uso avanzado de estas mismas tecnologías que cada vez son más usadas para atacar y vulnerar la seguridad.
- Respuesta rápida y playbooks probados: tener un plan de respuesta a incidentes actualizado (incluyendo comunicación con reguladores y proveedores) y simularlo con periodicidad.
- Protección de endpoints y detección temprana: implementar EDR/XDR, ZTNA y canalizar alertas a un SOC (interno o gestionado) para identificar movimientos laterales y exfiltración a tiempo.
- Entrenamiento y formación: Educar y concientizar al personal de manera continua en torno a riesgos y buenas prácticas en la prevención de ataques de ingeniería social, por ejemplo, campañas de phishing dirigidas a personal con acceso a sistemas sensibles (comercio, logística, finanzas).
Finalmente, Ladera indica que la aplicación de estas medidas combinadas ayudan a mitigar los riesgos, abre una ventana para la detección anticipada y ayuda a disminuir el impacto ante ciberataques. ”Consideramos que invertir en defensa en profundidad y en capacidades de detección y respuesta es vital para evitar interrupciones costosas, sobre todo en temporadas críticas. Desde DIMA ofrecemos consultoría, soluciones integrales de ciberseguridad y servicios gestionados para acompañar a las empresas peruanas en este proceso”.
