Las estimaciones de la ONU sugieren que los países de ingresos medios y bajos, como los de Sudamérica, necesitarán invertir entre 215.000 y 387.000 millones de dólares anuales de aquí a 2030 para adaptarse al cambio climático. Un estudio del BID muestra que alcanzar la carbononeutralidad al 2050 podría traer 140,000 millones de dólares en beneficios netos en el Perú.
La industria química es un actor clave en la mitigación de los impactos del cambio climático y el desarrollo de insumos que contribuyan a una economía baja en carbono en toda la cadena de producción. Las ventajas comparativas relacionadas con su riqueza natural hacen de la descarbonización en América del Sur un activo competitivo a nivel internacional. Las empresas químicas ya están realizando inversiones y adoptando medidas.
En BASF, las emisiones de carbono se ajustan estrictamente a los objetivos globales de la empresa y cuenta con estrategias globales para reducir sus emisiones de CO2. Como empresa de gran consumo energético, la responsabilidad en el uso eficiente de la energía y la protección del clima forma parte de las ambiciones de la multinacional alemana con el Acuerdo Climático de París. Para 2050, la empresa aspira a conseguir cero emisiones netas de carbono cero en sus procesos de producción, desde el consumo de energía hasta el de materias primas. «Esto significa que todas nuestras emisiones de carbono serán compensadas a través de inversiones en nuevas tecnologías, cambios en el proceso de producción e innovaciones en investigación y desarrollo», explica María Jesús López, Gerente de Sostenibilidad y Asuntos Corporativos de BASF Chile y Perú.
Con vistas a la neutralidad climática en 2050, la empresa se ha fijado objetivos para 2030, como reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 25% -con respecto a 2018- y aumentar paralelamente los volúmenes de producción. Para lograr estos resultados, se invertirán hasta 4.000 millones de euros globalmente de aquí a finales de la década.
El éxito de este proceso pasa por contabilizar las emisiones de carbono. Para reducir la huella de carbono de sus productos, la empresa dispone de su propia metodología y herramientas para calcular sus emisiones. La empresa ha desarrollado y puesto a disposición de terceros una herramienta digital denominada SCOTT -abreviatura de «Strategic CO2 Transparency Tool», en traducción libre, herramienta estratégica para la transparencia de CO2 – que ahora se vende en el mercado bajo licencia.
Cuando se trata de sus productos, BASF utiliza esta metodología para medir la huella de CO₂ de más de 45.000 insumos vendidos en todo el mundo. «Con SCOTT, es posible ofrecer a los distintos agentes de la cadena de producción transparencia sobre el impacto de las emisiones de carbono de los productos, especialmente en lo que respecta a las emisiones de Alcance 3, que están directamente vinculadas a las operaciones de una empresa y no asociadas a sus productos y servicios. Esto aporta credibilidad, transparencia y estandarización de la información», afirma María Jesús.
Un estudio de Deloitte señala que los fenómenos meteorológicos extremos y sus consiguientes daños a la industria podrían reducir la capacidad de producción de América del Sur en 3,5 billones de dólares de aquí a 2070. «Según nuestras proyecciones, en 2026 América del Sur será responsable de utilizar el 100% de su electricidad a partir de fuentes renovables. A modo de comparación, Estados Unidos y Europa utilizarán alrededor del 25% y el 50%, respectivamente, de su electricidad procedente de fuentes renovables. Esto demuestra que la producción química de BASF en América del Sur será una de las más sustentables de la empresa en todo el mundo», concluye María Jesús.