Como parte de su vocación humanitaria y su actividad de Responsabilidad Social Empresarial, la Asociación de Industrias Farmacéuticas Nacionales (ADIFAN), gracias al apoyo de las Fuerzas Armadas, médicos y voluntarios del MINSA y Essalud, participó en 64 operaciones humanitarias en la zona de los valles de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) en los últimos cinco años, llegando a casi la mitad de su población.
La institución – representativa de los laboratorios fabricantes de medicamentos con plantas en el Perú- pudo así lograr que se atienda a 319,000 peruanos de 2013 a 2020, sobre todo niños, con el fin principal de derrotar a la anemia, prevalente en comunidades de Ayacucho, Apurímac, Huancavelica, Junín y Cusco.
“Pacientes de todas las edades se han tratado con medicamentos peruanos en el VRAEM, pues aun habiendo sido atacados por la violencia subversiva, nosotros respondimos con ayuda humanitaria”, expresó el presidente de ADIFAN, ingeniero José Enrique Silva.
Por ello afirmó que en su institución “hay gratitud hacia la población del VRAEM, porque su ciudadanía defendió al país en momentos de violencia subversiva”.
Hacer pese a todo en contra
El presidente de ADIFAN, también expresidente del Consejo de Reparaciones, señaló que “la industria peruana ha tenido que sobrevivir a la violencia y a gobiernos populistas y corruptos, que han buscado importar dando ventajas, en compras estatales a informales, mientras nosotros somos peruanos sobrevivientes a gobiernos de regímenes que hoy quieren profundizar el perjuicio que ya se ha hecho al país”.
Por todo ello, dijo, “nuestra identificación con los olvidados se da en un contexto de profundas asimetrías que sufre también el productor nacional”.
En ese sentido señaló que como política pública se han hecho
regulaciones a favor de empresas no domiciliadas en el país, en compras dirigidas. Sin embargo, dijo, “cuando el Perú ha necesitado resolver problemas de Salud, siempre hemos estado presentes, no con retórica sino con acciones concretas”.
Detalló que en el país se ha robado ingentes cantidades de dinero de nuestro impuestos a través del “pitufeo” de gastos en falsas asesorías, coimeando por obras públicas y todo con en nombre de los más necesitados.
El ingeniero José Enrique Silva expresó por ello, que como soporte a la imperiosa necesidad de reconstrucción económica, dijo, “el próximo gobierno debe ser uno de Renovación Moral del país”.
Llegar donde están los pobres
Para el presidente de ADIFAN, “tener a la población del VRAEM como foco de actuación debe ser parte de una estrategia de país, alejada de todo egoísmo e ignorancia política, o en otras palabras, desconocimiento de la realidad”.
Afirmó que en este marco, la salud y la educación de calidad son piezas fundamentales que lograrán resguardar a la juventud de las tentaciones relativas a negocios ilícitos como el narcotráfico.
Precisamente ADIFAN ha realizado en Uchuraccay-Ayacucho
Olimpiadas Matemáticas para niños, y ha donado en dicha zona una cocina industrial e instrumental médico, juguetes e instrumentos musicales para los escolares, así como el trabajo de un profesor de
música en el Colegio Secundario “Mártires de Uchuraccay”,
“Llegando al Perú profundo, los industriales queremos dejar así un legado para el país, impactando en los focos poblacionales de pobreza rural, tan mencionada por los políticos y gobernantes de izquierda que no se ensuciaron los zapatos en montañas y cerros”, señaló el presidente de ADIFAN, ya que, según comentó, “las autoridades locales y regionales han hecho poco o nada para evitar el contraataque de las huestes terroristas en su fase política y educativa”.
El ingeniero José Enrique Silva, quien se identifica directamente con el desafío de que su gremio halle efectividad en el impacto en la población, ha sido miembro y Presidente del Consejo de Reparaciones del Ministerio de Justicia por más de 5 años y medio, por lo que recibió el reconocimiento a los derechos humanos el 2019.
Cabe recordar que el representante gremial salvó de morir en 1993, cuando un bando terrorista hizo explosionar su auto con 17 kilos de anfo y dinamita.
“Sin embargo, pese a los riesgos y embates de la vida, hoy puedo decir que ese espíritu de trabajar por nuestro país sigue intacto y llama a cada peruano a trabajar con más ahínco para vencer a la violencia con las manos colmadas de gratitud, los corazones llenos de amor no de odios mezquinos y sobre todo por nuestros niños a quienes no debemos defraudar”, finaliza.