Es posible que la pandemia por la COVID-19 haya costado a las mujeres de la región latinoamericana una década de progreso en participación de la fuerza laboral. Llevó siglos superar las costumbres culturales y sociales que favorecían a los hombres y que habían bloqueado el acceso a las mujeres a puestos de trabajo ejecutivos y de liderazgo. Resulta sorprendente que las mujeres de la región estén teniendo retos, ya que un gran número de ellas se encontró con el doble de carga de trabajo, dado que, a falta de una infraestructura de servicios a causa de la pandemia, se esperaba que llevaran adicionalmente las responsabilidades del hogar, así como el cuidado de menores y de adultos mayores.

La pandemia ocurre cuando se había confirmado que una mejor educación finalmente había eliminado muchas de las barreras de la brecha de género. Por ejemplo, en Perú, el 90% de las mujeres con educación superior tuvieron empleo en 2019, sin embargo, a partir del 2020, ese progreso podría verse afectado.

Aun tras años de incrementar su presencia en la fuerza laboral, las mujeres de Latinoamérica han retrocedido su participación a causa de la pandemia global, pero es posible recuperar el terreno perdido. Si empleadores y empleadas hacen uso de una nueva serie de plataformas, herramientas y capacitación, la vuelta al camino será más sencilla.

Trabajando en conjunto en alternativas podremos enfrentar los predicamentos que la pandemia presentó ante las mujeres como por ejemplo la pérdida de servicios de cuidado infantil y de familiares de la tercera edad. La cesión de este tipo de servicios forzó a muchas a dejar de lado sus empleos. Un gran porcentaje de las mujeres en Latinoamérica trabajaba en áreas que se vieron particularmente afectadas por la pandemia, como educación, ventas de retail, turismo y hospitalidad, salud, y servicio doméstico. Por otro lado, un gran porcentaje tenía trabajos independientes y negocios en funcionamiento que simplemente no se podían operar a distancia.

La buena noticia es que las empresas que contratan un mayor número de mujeres tienden a ser más rentables, productivas e innovadoras, según diversos estudios. Además, los ejecutivos que dan prioridad a la diversidad de género son considerados mejores ciudadanos corporativos. Incluso se cree que el crecimiento de los ingresos de las mujeres y las tasas de participación habían contribuido enormemente al crecimiento económico en Latinoamérica previo a la pandemia. Es decir, a pesar de los retos económicos que trajo consigo la crisis sanitaria, las empresas y sus empleadas aún pueden aprovechar todos los beneficios, si se replantean las formas de trabajo y se adoptan las tecnologías adecuadas para cada caso.

Para las empresas todo comienza con un esfuerzo sincero por poner la diversidad, inclusión, justicia y equidad al centro de la cultura corporativa. Las empresas deben reconocer las dificultades únicas a las que se enfrentan las mujeres en la nueva normalidad al tratar de equilibrar responsabilidades personales y profesionales. Esto significa adoptar estilos laborales más flexibles, como la distribución de funciones, semanas laborales condensadas y trabajo a distancia, además de invertir en tecnología, herramientas y capacitación que se necesitan para hacer el trabajo, sin importar dónde se encuentren.

Si bien las mujeres pueden regresar a un empleo remunerado al priorizar oportunidades que les permitan trabajar desde casa, dada la complejidad de encontrar empleo en una economía afectada por la COVID-19, quizá algunas optarán mejor por empezar negocios propios que atiendan a las necesidades del mercado que han surgido justo ahora.

Existe un creciente número de iniciativas para ayudar a hacer justo eso. Por ejemplo, el proveedor de espacios flexibles WeWork, dio a conocer “Women For Tomorrow”, un programa que donará a negocios selectos dirigidos por mujeres, espacios laborales y asesorías, con valor de $5 millones de dólares en Latinoamérica y Estados Unidos.

La pandemia, ha tenido un efecto adverso en las mujeres que trabajan en Latinoamérica, pero si las compañías se comprometen con la diversidad de género, y si las mujeres encuentran formas innovadoras de usar tecnologías digitales en sus trabajos y empresas, podemos neutralizar parte de las dificultades y volver a mejores tiempos.