La pandemia ha cambiado la vida de familias enteras, especialmente en niños y adolescentes. Hoy en día, sus horarios, costumbres, la forma de relacionarse e incluso de alimentarse ha cambiado completamente.
Pasamos mayor tiempo en casa, donde mantenemos menos interacciones sociales y hacemos menos ejercicio. La vida de alguna forma se ha vuelto más sedentaria y ello sumado a inadecuados hábitos de alimentación pueden traer consecuencias negativas para la salud física y mental; ocasionando desórdenes alimenticios que, si no se detecta a tiempo, podrían desencadenar un trastorno de conducta alimentaria (TCA).
“Las primeras señales que podemos identificar en los niños y adolescentes de padecer un TCA es la obsesión con la alimentación y el cambio en su conducta, refiere la Dra. Stephany Neglia Cermeño, docente de Nutrición de la Universidad César Vallejo, quien brinda algunas pautas para detectar posibles desórdenes alimenticios.
1. Obsesión con dietas restrictivas.
2. Atracones que desencadenan en vómitos provocados y un fuerte sentimiento de culpa.
3. Comer de madrugada y en grandes cantidades. También comer a solas y en secreto.
4. Realizar ejercicio físico de manera obsesiva e intensa.
5. Hacer comentarios negativos acerca de su físico de manera frecuente.
6. Si busca aislamiento más de lo habitual y tiene muchos cambios de humor.
El desarrollo de TCA como la anorexia nerviosa, la bulimia y la obesidad son los desórdenes alimenticios más comunes en niños y jóvenes debido a diversos factores como el estilo de vida o la educación familiar. Por ello, es importante prevenir con hábitos en los que niños y jóvenes desarrollen un entendimiento de buena alimentación desde pequeños.
1. Enseñar la importancia de seguir unos hábitos de alimentación saludables. Esto ayudará a que desde muy pequeños sean conscientes de lo que significa una buena alimentación.
2. Establecer horarios de comida regulares, repartir la comida en cuatro o cinco tomas al día. Es un buen hábito inculcarles 5 comidas diarias a los niños, distribuidas en desayuno, media mañana, almuerzo, media tarde y cena. De esta forma no pasan hambre durante el día.
3. Evitar saltarse las comidas y no picotear entre horas, para ello es importante que los padres tengan los hábitos de alimentación adecuados porque son responsables de controlar las comidas de sus hijos.
4. La alimentación debe ser sana, equilibrada y variada que incluya todos los alimentos necesarios, con limitación de dulces y postres industrializados y comida rápida.
5. Es fundamental ofrecer verduras y frutas de forma variada.
6. Otra sugerencia es adoptar y mantener hábitos de vida saludables como la actividad física y recreación.
7. Respetar las ocho horas de sueño.
La especialista en alimentación, Neglia Cermeño refiere además que el desorden alimenticio muchas veces es un factor psicológico que debe de tratarse desde casa. “Los padres deben fomentar la autoestima de sus hijos para que descubran sus capacidades y limitaciones, las acepte y aprenda a sentirse bien consigo mismo, y es sumamente importante ayudar a los jóvenes a no condicionar el cuerpo a una cuestión de apariencia si no de salud”, finalizó.