Tras la pandemia, las matrículas de los niños de 3 a 5 años de zonas rurales aumentaron en 35 mil entre 2019 y 2021; sin embargo, la zona urbana ha sido la más afectada con 411 mil niños que dejaron de matricularse, según datos del Ministerio de Educación (MINEDU). Para Andrea Paima, Docente de Educación Inicial en Fundación Niños del Arcoíris – Cusco y Alumni del Programa de Liderazgo de Enseña Perú, la pandemia ha afectado enormemente a la educación inicial y a la primera infancia, especialmente en la capacidad de concentración, el desarrollo del lenguaje y la socialización con otros niños.

“En el retorno a la presencialidad, nuestro gran reto como maestras y maestros, además de acompañar en el aspecto cognitivo o de aprendizaje de los niños, está siendo apoyarlos desde la dimensión socioemocional: tanto en el desarrollo de sus habilidades blandas como en la validación de sus emociones, para que aprendan a reconocer, exteriorizar y gestionar cómo se están sintiendo”, resalta la especialista. Entonces, es importante que se sientan cómodos y acogidos en las aulas para ayudarlos a comunicarse y desenvolverse con seguridad, destaca.

Para lograr resultados en este proceso de aprendizaje, también es fundamental el rol de madres, padres y familiares. Cuando un docente asume un grupo de 25 niñas y niños, asume también a 25 familias; por ello, el trabajo en equipo entre maestros y cuidadores es clave para conocer cada historia y cada realidad, para entender a nuestros estudiantes, para identificar las razones de sus comportamientos, sus necesidades, sus miedos y también aquello que les gusta y les interesa.

En esta fecha tan importante como lo es el Día de la educación inicial, que se conmemora cada 25 de mayo, es vital reconocer y reflexionar sobre la importancia de la atención a la primera infancia.

“Los niños y niñas, entre los 3 y los 5 años aprenden a fortalecer su autonomía, forman hábitos y rutinas, socializan con otros niños y niñas, y desarrollan habilidades como la empatía, la escucha, el compartir. Empiezan a reconocer que no están solas ni solos, sino que hay otras personas con quienes se pueden relacionar, jugar y convivir. Por ello, no podemos minimizarles por su edad, es importante escuchar sus opiniones, reconocer su voz y potenciar la idea de que merecen ser escuchados y respetados, como cualquier otra persona. Es importante que la mirada, las palabras y los gestos que transmitimos a las niñas y niños estén llenos de amor y respeto para que sean fuertes y felices”, resalta la especialista.