Para Casinaldo Yobany Lucero Rinza era casi imposible ser profesional en Atunloma, un caserío olvidado y dominado por la pobreza, ubicado en la sierra de la provincia de Ferreñafe, en Lambayeque. José, el mayor de sus ocho hermanos, no había conseguido culminar su carrera técnica por la falta recursos económicos. Sin embargo, las ganas de superación y empeño de Casinaldo permitieron que, en el 2017, y luego de un primer intento fallido, gane Beca 18 para estudiar Ingeniería Agrónoma, la carrera universitaria que tanto soñaba y con todos los gastos cubiertos por el Estado peruano. ¿Hoy, cuál es su meta? Capacitar a agricultores para mejorar el sistema de producción con tecnologías innovadoras.
El joven talento estudió la secundaria en un colegio rural y desconocía sobre el concurso Beca 18 hasta que unos representantes del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación llegaron a su centro de estudios a brindar información y a entregar folletos informativos. “En el 2016 postulé por primera vez al concurso y no obtuve el puntaje que se requería. Decidí prepararme en una academia para postular e ingresar a la universidad. Después de un año, lo conseguí y con esa vacante postulé nuevamente a la beca y gané”, asegura.
Casinaldo recuerda que ganar la beca fue un momento crucial en su vida. “Significó mucho para mí, porque me iba a dedicar solo a estudiar. No tenía las condiciones económicas para hacerlo por mi cuenta. Mi familia no podía creerlo. Me convertí en el primer hijo universitario. Mi hermano José se motivó por mi logro. Por eso, decidió seguir mis pasos y ahora ya terminó su carrera técnica”, dice orgulloso el estudiante de octavo ciclo en la Universidad Nacional de Cajamarca.
Su pasión por la ingeniería agrónoma nació en el campo, entre los sembríos de papa, habas, olluco, kiwicha, maíz y trigo. “Mis padres Margarita y Santos se dedican a la agricultura, la ganadería y al cuidado de animales menores como cuyes y gallinas. Ellos fueron mi motivación. Quería ayudarlos a mejorar sus cultivos. Desde la primaria, ya tenía conciencia sobre el medioambiente, las deficiencias técnicas que existen en el campo. Además, mis profesores me comentaban cuál era la función de los profesionales dedicados a esta área”, indica el joven de 25 años de edad.
Para cumplir su sueño de ser profesional, el becario tuvo que alejarse de su familia y mudarse a Cajamarca, una región completamente desconocida para él. “El primer año en la universidad fue chocante. La educación, las costumbres y la forma del hablar eran desconocidas para mí, pero poco a poco me adapté. Yo soy quechuahablante y en la ciudad de Cajamarca la mayoría no habla quechua. Mi acento era diferente y a mis compañeros y profesores les llamaba la atención. En las exposiciones sufría, porque tenía que dominar el castellano de manera perfecta”, comenta.
En el 2019, antes de la pandemia, retornó a su comunidad para formar una pequeña academia y preparar a los estudiantes de su antiguo colegio 11160 Atunloma que sueñan con ingresar a la universidad, como él lo consiguió. Durante un ciclo de verano, ofreció clases de reforzamiento en cursos, como biología, química, ecología y su otra pasión: la literatura. Se confiesa gran lector y admirador de grandes obras de la literatura universal, como la Ilíada y la Odisea, y del poemario Trilce de César Vallejo.
En colaboración con otros jóvenes universitarios, su nuevo proyecto es crear una escuela ecoambiental en su mismo colegio para incentivar el cuidado del medioambiente y poner en práctica conductas ecoamigables de manera cotidiana.
Para el 2023, junto con técnicos agropecuarios, tiene planeado formar en su natal Lambayeque una escuela de capacitación gratuita a agricultores para mejorar la productividad y las condiciones de cultivo. “Mi idea es fomentar el desarrollo de una agricultura sostenible y promover la instalación de riego por goteo para optimizar el uso del agua. Nos apoyaremos de programas de software aplicados a la agricultura de precisión, que permiten mostrar las relaciones entre el tipo de suelo, el fertilizante y el agua, y cómo estos pueden afectar el rendimiento del cultivo”, explica.
Es consciente de que para crecer hay que continuar capacitándose. Por eso, el lambayecano está estudiando inglés. Su meta es cruzar las fronteras del suelo peruano y realizar una maestría en el extranjero. Podría ser en Estados Unidos o Bélgica. También empezó a realizar sus prácticas en el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), en el área de cereales leguminosas.
A los jóvenes postulantes a Beca 18-2022, concurso que se encuentra en su segundo momento de selección, les pide que no se rindan. “Si no logran quedar seleccionados no se desanimen. El mejor premio a veces demora. Todo esfuerzo al final vale la pena y trae una gran recompensa”, finaliza Casinaldo, desde un enlace telefónico en Ferreñafe. Siempre volverá a su lugar de origen para ayudar a quienes más lo necesitan. En cada familia ve a sus padres, a sus hermanos, quienes buscan mejores servicios, más oportunidades para trasformar sus vidas.