En el mundo, más de 1,500 millones de personas viven con algún grado de pérdida de audición situación que puede afectar su desarrollo social, cognitivo y laboral, según la Organización Mundial de la Salud.  Realizarse un chequeo auditivo es clave para recibir un tratamiento oportuno y eficaz.

La hipoacusia, más conocida como sordera, es la disminución de la audición en uno o ambos oídos. Ésta puede ser leve hasta severa, llegando a afectar la comunicación y la calidad de vida de las personas, sobre todo, en la tercera edad. 

El doctor Jorge Centeno, otorrinolaringólogo de la Clínica Ricardo Palma, comenta que esta enfermedad puede inducir a la depresión, desconexión con el entorno, agravamiento de una demencia senil o irritabilidad. 

Existen varios factores por los cuales se desarrolla la patología, entre ellos: la degeneración de los sentidos por los años, genética, hipertensión, diabetes, haber recibido medicamentos tóxicos para el oído,  exposición crónica a ruidos, entre otros.

Sus síntomas más frecuentes son: pérdida de la audición detectada por el mismo paciente o su  entorno, presencia de ruidos internos, llamados también tinnitus, que se pueden sentir en uno o ambos oídos llegando a ser muy molestos y distorsión en los sonidos escuchados.

La hipoacusia no tiene cura, pero se puede corregir la audición perdida para que el paciente pueda comunicarse y desarrollar sus actividades con normalidad. Por lo general, se  recomienda audífonos uni o bilaterales y, en casos muy severos, implante coclear. Este es un dispositivo eléctrico que reemplaza la función del oído interno (cóclea) dañado.

DIAGNÓSTICO OPORTUNO

Con el paso de los años, es natural que se presente una baja auditiva. Por ello, hay que tomar una serie de medidas preventivas para cuidar la salud de los oídos: evitar exposiciones prolongadas a ruidos intensos, automedicación, controlar las comorbilidades o usar audífonos medicados de manera precoz. 

Los chequeos preventivos de la audición son fundamentales para recibir un diagnóstico temprano y evitar complicaciones por no escuchar bien.  De esta manera, el especialista puede realizar un interrogatorio completo y pruebas auditivas objetivas y subjetivas al paciente: audiometría, potenciales evocados, entre otras.