La evidencia científica demuestra que los cines no son focos infecciosos de contagio de la COVID-19; en varios países se han reabierto las salas, permitiendo el consumo de alimentos y sin poner en riesgo la salud de las personas. Sin embargo, y pese a la insistencia de la Asociación Nacional de Salas de Cine (Anasaci), el Ministerio de Salud aún no autoriza el retorno de este sector con el servicio de confitería.

“Las salas de cine tienen techos muy altos, lo cual es una ventaja enorme. Además, los espectadores suelen comer en intervalos cortos, generalmente antes que empiece la película y por ende el riesgo es menor. Y es mucho más fácil controlar el aforo en una sala de cine que en un supermercado”, señala el exministro de Salud, Abel Salinas.

El Ejecutivo no permite la venta de alimentos y bebidas en las cadenas de cine, lo que podría condenar al sector, ya que su modelo de negocios no es sostenible únicamente con la venta de entradas.

Cabe recordar que hace una semana el titular del Ministerio de la Producción, José Luis Chicoma, declaró que están consultando a epidemiólogos para tener una base sólida al momento de implementar las medidas de reactivación económica. No obstante, hace dos meses la Anasaci envío pruebas con sustento técnico de que los cines no constituyen focos de contagio – tras realizar una simulación – y hasta el momento no han recibido una respuesta.

Ante la inacción de las autoridades nacionales, se ha lanzado una petición en la plataforma Change.org, que ya cuenta con más de 7000 firmas.

Resultados de simulación fueron óptimos

Durante el pasado mes de abril, la Anasaci realizó una prueba simulando una función de dos horas, con un aforo del 40%. Los participantes consumieron canchita durante el experimento y los resultados arrojaron que la calidad del aire fue óptima durante todo el proceso.

Según estándares internacionales, los niveles de dióxido de carbono en una sala de cine deberían ser de 800 partículas por millón (ppm), para ser considerado un ambiente seguro. El resultado fue que el indicador no subió a más de 670 ppm cuando las personas se acomodaban en sus asientos, mientras que durante la proyección estuvo entre 600 y 640 ppm.

Por lo tanto, se espera que el Gobierno revise toda la información que les fue enviada y tomen decisiones basándose en criterios científicos. De lo contrario, el futuro del cine y los más de 10 000 puestos de trabajo que representa, seguirán en peligro.