Lima.- James Raúl Valdivieso Alarcón dice que la necesidad lo hizo ponerse creativo frente a la pandemia. “Al inicio me costaba encontrar trabajo porque piden experiencia y con el virus perdí el que tenía, por lo que decidí innovar y crear en el año 2020 mi pequeña empresa dedicada a la confección de mascarillas ecológicas”, explica, luego de haber trabajado casi cuatro años como electricista industrial.

Nació en Jauja, Junín, y cuando concluyó la secundaria vio que la oportunidad “para una mejora personal y familiar” estaba en las Fuerzas Armadas. “Hice mi servicio militar en la Base Aérea San Ramón por dos años y en todo ese tiempo siempre me dediqué a estudiar porque quería ganar una beca”, refiere.

Así fue que estudió la carrera de Electricista Industrial en el Servicio Nacional de Adiestramiento en Trabajo Industrial (Senati), tras ganar Beca 18 del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación. Luego de egresar en 2016, empezó a acumular esa experiencia requerida que la pandemia cortó abruptamente. 

Su primer trabajo –en realidad, prácticas profesionales- fue como electricista en el mantenimiento de barcos pesqueros. “Al principio me daba un poco de miedo porque nunca había navegado. Una vez regresamos de noche, Lima se veía todavía a una hora de distancia, yo no podía ni caminar sobre la cubierta, como lo hacían los demás, por el balanceo que provocaban las olas”, detalla.

Luego de dos años, y ya acostumbrado a comer en paila como marinero, regresó a Junín para trabajar como ayudante de electricista en un proyecto de mejora de redes de baja y media tensión. Aunque había nacido en esta región, nunca había visto el distrito de Julcán desde 15 metros de altura. “Cambiamos postes viejos de madera por los de concreto y desde tan alto podía ver a los vecinos dejar sus casas para ir a sembrar”, relata. Su último trabajo, antes de perderlo por la pandemia, fue como técnico electricista en socavón, al interior de una mina entre Lima y Huánuco.

Esta experiencia le ha dado a James una visión del Perú y sus riquezas naturales que él, asegura, quiere cuidar. “Tenemos que respetar la naturaleza porque nos brinda grandes beneficios. Por eso, mi empresa es ecológica”, enfatiza sobre Industrias Confematex, dedicada a la fabricación de prendas en materiales textiles. Con su producto principal: las mascarillas frente a la pandemia: www.facebook.com/Confematex

“Nosotros no utilizamos bolsas de plástico, que contaminan y van al mar, sino bolsas de papel. Las mascarillas cumplen con todas las medidas de seguridad dictadas por el Ministerio de Salud. El material es de primera calidad para ayudarte realmente a prevenir el contagio. Además son ergonómicas, para comodidad, y de distintas tallas”, detalla el joven de 28 años.

James no ha dejado, además, de estudiar. Mientras avanza en la empresa, que ha conformado junto con su pareja y familia, estudia la carrera de Ingeniería Eléctrica en la Universidad Continental. La pandemia le quitó esa pequeña experiencia laboral que le pedían para ingresar a un trabajo, pero también le hizo valorar que su amor por el cuidado de la riqueza natural del Perú, y de sus seres queridos, son también una oportunidad para emprender un nuevo camino.